La vida de Héctor Lavoe, que ha sido llevada al teatro, el cine; narrada en libros, discutida y analizada en foros académicos, es como un tratado sobre el ascenso y descenso a la fama. Exaltado con el sobrenombre de El cantante de los cantantes tuvo que pagar el precio del éxito al llevar una vida antagónica, como si en su nacimiento hubiera sido recibido por dos profetas, uno bueno y otro malo que sentenciaron: “debe de tener una voz como la de un ruiseñor”, el primero. “Él estará condenado a vivir la vida sobre lo que canta”, el segundo.
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